jueves, 21 de septiembre de 2006


En medio de hechos monumentales, gestas heroicas, acertijos, vacilaciones, secretos, misterios y brumas de la historia, discretas y enigmáticas centellean las runas. Simbolos mágicos y signos fonéticos de los antiguos pueblos vikingos y gérmanicos, de trazo sencillo y muy vigoroso. Prohibidas y ocultadas, misteriosamente reencontradas. A merced de estos claroscuros tan típicos de la historia, hoy llegan hasta nosotros y están en nuestras manos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Las runas son poderosas. No son rápidas, sino pacientes y profundas. Pero cuando llegan al objetivo con maravillosa efectividad, allí no damos cuenta de que fueron inexorables. Como una flecha.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Las runas son pausadas y profundas. Inexorables. Al invocarlas es necesario tener cuidado. Luego te olvidas de que lo hiciste, hasta que la realidad te demuestra que ellas llegaron al objetivo, justo y preciso. Tal vez se toman su tiempo, pero cumplen con el pedido.